sábado, 15 de marzo de 2014

El I-58 y el Indianápolis





“En el Pacifico, el Océano Índico, y en el Atlántico recordamos las miradas resentidas de multitud de guerreros durmientes; en nuestros oídos escuchamos los susurros de “las voces del fondo del mar”

Comandante Mochitsura Hashimoto, 1945

El comandante que en el verano del 44 tomaba el mando del I-58, un submarino tipo B3, no imaginó que sería protagonista de uno de las más dramáticos hechos de la historia naval. Hashimoto recibió las órdenes de empezar a poner en pruebas al nuevo submarino, que, a diferencia de sus otros gemelos, el I-54 e I-56, se le acondicionó nada más,  para portar los nuevos kaiten, el torpedo kamikaze desarrollado a partir del letal LongLance. Para ello se reunió a los oficiales en el buque de mando Tshukushi Maru para evaluar la nueva arma y en enero del 45, se le asigna su primera misión con los kaiten, atacar a la flota estadounidense en Guam, lo que la tripulación el I-58 llevó a cabo la noche del 11 de enero del 45. Curiosamente, y a pesar del la nulidad del ataque, se le adjudicó el hundimiento de un portaaviones y un mercante.

Comandante Mochitsura Hashimoto

Hasta marzo se llevan a cabo 5 intentos de ataque con los kaiten, totalmente infructuosos, y en abril se le asigna la tarea de despejar el camino al formidable Yamato en su última misión. La imposibilidad de romper las líneas antisubmarinas aliadas fuerza finalmente al I-58 a regresar a Kure y en el camino de regreso, el radar localiza a un buque cerca de Okinawa. Hashimoto al observar por el periscopio reconoce a un buque hospital y evita atacar, aunque la escolta reconoce la presencia del submarino y entonces debe de sumergir el navío a 180 metros para evitar las cargas de profundidad. Agotados, llegan a puerto y mientras el personal descansa, el I-58 se le somete a una profunda reforma, eliminando el hangar y la catapulta del hidroavión para poder portar otros 2 kaiten adicionales. También se le equipa con un sonar y un snorkel.

Con los nuevos equipos, el I-58 navega con la misión de interceptar los convoyes que parten desde Filipinas y a finales de julio se cruza con un transporte y un destructor y decide lanzar a dos de sus kaitens. Uno de ellos, descubierto por el USS Lowry es hundido y el segundo, desaparece tras una salvas disparadas desde el cañón de proa del transporte. Hashimoto, tras oír las explosiones y no tener contacto de radar asume que ha hundido ambos buques y sigue su rumbo, decidido a interceptar las rutas de Okinawa y Guam.
Ese mismo día, regresando tras dejar en Tinian la “Little Boy” (la primera bomba atómica que sería lanzada sobre Hiroshima) para realizar unos ejercicios de practicas de tiro, el USS Indianápolis avanza zigzagueando sin escolta de destructores, a pesar de que el capitán Charles MacVay lo ha solicitado. Es casi de noche cuando en unas condiciones de tiempo malas y casi sin visibilidad, MacVay ordena reducir la velocidad y cesar la navegación en zigzag. En esos momentos, el radar del I-58 alerta de la presencia del crucero y Hashimoto ordena la inmersión. El capitán japonés deja pasar al crucero para lograr una mejor posición y cerca de las 23,30 ordena lanzar los 6 torpedos en secuencia con dos segundos de intervalo. Cinco minutos después, se escuchan tres detonaciones seguidas.


Kaiten

 A bordo del Indianápolis, la sorpresa y el estupor es total, dos tremendas explosiones hacen saltar en pedazos la torre de proa y otra más estalla en el costado a la altura del puente de mando. El crucero se detiene y comienza a hundirse de proa rápidamente, por lo que MacVay ordena el abandono del buque. 12 minutos después, el Indianápolis se va a pique con más de 400 de sus tripulantes con él.
 Quedan cerca de 800 supervivientes incluido el capitán a merced del mar. Mientras, Hashimoto de nuevo sube el periscopio pero no observa rastro alguno del buque que él cree un acorazado y emerge el submarino y se marcha de la zona a toda máquina.

 Después de 3 días, y tras una tremenda confusión del alto mando de la Marina Estadounidense, un Ventura localiza a los supervivientes, que, deshidratados, hambrientos y sobre todo, aterrados, han quedado reducidos a no poco más de 300. Cuando después el teniente Adrian Mark ameriza con su PBY5 escucha horrorizado las terribles experiencias de los supervivientes, que durante ese tiempo han luchado desesperadamente por sus vidas mientras furiosas manadas de tiburones los iban atacando y devorando. Sin demora lanza las lanchas que tiene y en palabras de los supervivientes, fue ese justo el peor momento de su trágica experiencia. Incluso algunos miembros del Catalina deben de disparar a los tiburones que aún se hallan en la zona. Finalmente, los supervivientes fueron rescatados por los transportes USS Ringness y USS Register.

A su vez, el I-58 sigue su navegación hacia Okinawa e intercepta el 9 de agosto a un convoy con 3 destructores, un portaaviones y 10 transportes. Hashimoto ordena de nuevo la inmersión y lanza 2 kaiten, esperando lograr algún buque hundido, pero la escolta de destructores intercepta a ambos kaiten lanzados. Y aún el I-58 entabla otro contacto más, cuando el 12 se cruza con otro convoy formado por un destructor y un buque de desembarco y logra lanzar un kaiten más, pero éste es hundido y tras romper contacto, Hashimoto ordena llevar al I-58 a puerto.
 Es el 18 de agosto y el estupor invade a la tripulación, Japón ha sido terriblemente atacado y la sombra de la rendición se abate sobre el imperio. Finalmente, el I-58 se rinde a los aliados en Kure.

Capitán Charles MacVay

Sin embargo la historia no termina con el fin de la guerra. Hashimoto es ascendido a Comandante y ahora debe de repatriar a sus compatriotas mientras MacVay debe de enfrentarse a un reto desolador. La Corte Marcial le incia un juicio por negligencia al considerarle responsable del hundimiento de su buque, el Indianápolis.
 Es diciembre cuando la opinión pública comienza a conocer detalles de la tragedia y a exigir responsabilidades, pero el Almirante King y el Almirante Nimitz son partidarios sólo de una amonestación. Sin embargo el Tribunal le imputa oficialmente por “negligencia por no navegar en zigzag con buena visibilidad” y por “tardar en ordenar el abandono del buque a tiempo”.
 En el juicio, el laureado capitán del USS Picuda, Glynn R. Donaho testifica a favor de Macvay, al igual que el propio Hashimoto, el cual asegura que la navegación en zigzag no habría evitado que hundiera al Indianápolis, ya que hubiese usado si era necesario los kaiten. A pesar de todo, el tribunal encuentra a MacVay culpable, ignorando a Donaho y a Hashimoto. A pesar de todo, Nimitz, cuando accede al cargo de jefe de operaciones navales, presiona al Secretario de Defensa James Forrestal para que suavice la situación de MacVay al que le levantan el arresto y se le asigna un cargo administrativo y se le asciende a Contraalmirante, pero no se le asigna nunca más ningún mando de ningún buque. En 1968, MacVay, tras recibir una nueva carta más con amenazas, finalmente se suicida.

I - 58

Y la historia cayó en el olvido hasta que Steven Spielberg, en su película “Tiburón” volvió a sacar a la luz aquellos dramáticos hechos en boca del cazador de tiburones Sam Quint (inolvidable Robert Shaw). Tras ver esta película, Hunter Scott un chavalín por entonces con 11 años, allá por 1996, comenzó a interesarse por la historia del I-58 y del Indianápolis y realizó varios trabajos y un proyecto que le lleva a conocer a varios supervivientes de la tragedia. En 1998 intentan, sin éxito que el Senado, a instancia del Congreso limpie el nombre de MacVay. En 1999 testifica ante el Senado y desde el otro lado del Pacífico, Hashimoto, ya un anciano sacerdote del templo sintoísta de Umenomiya taisha, en Kioto, se entera de los intentos del joven Scott para rehabilitar a Macvay y le ofrece su ayuda. Scott le recomienda que le escriba al senador republicano John Warner lo que Hashimoto hace el 24 de noviembre de 1999: “Nuestras gentes se han perdonado mutuamente la terrible guerra y sus consecuencias. Por eso es hora de que sus gentes perdonen al capitán MacVay por la humillación de su injusta condena”, le concluye en su misiva.

Finalmente, el Congreso de los EEUU, el día 11 de octubre del 2.000, en un emocionante acto, exonera al capitán MacVay de toda responsabilidad de la pérdida del Indianápolis y de gran parte de su tripulación. Dos semanas después, Mochitsura Hashimoto, a la edad de 91 años, fallecía en Kioto.


 Maquetas del Kaiten

Maquetas del indianápolis