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miércoles, 2 de abril de 2014

La hermandad del honor - Héroes de Malvinas


La espectacular aventura de Guillermo Dellepiane, un piloto que atacó el campamento inglés en Malvinas, tiró bombas sobre Jeremy Moore y al escapar vivió una odisea de película. Un hombre al que los británicos reconocen y los argentinos ignoran
Jorge Fernández Díaz (LA NACION)


Tenía veinticuatro años, volaba a ras del mar y estaba a punto de bombardear un destructor y una fragata misilística.
Le decían Piano porque se llamaba Guillermo Dellepiane, y era alférez en una fuerza que no tenía héroes ni próceres porque jamás había entrado en combate. Se trataba de la primera misión de su vida y acababa de despegar de Río Gallegos. Su padre se había muerto sin poder cumplir el sueño de realizar en el terreno de la realidad lo que a lo largo de toda su carrera había simulado hacer: la guerra del aire.
Tan inquietante como entrar en batalla debe de resultar el hecho de consagrar una vida a un acontecimiento que no ocurrirá. Guerreros de la teoría y el entrenamiento, muchos cazadores se reciben, se desarrollan y se retiran sin haber cazado jamás una presa verdadera. El padre de Piano, cerca de la jubilación, había muerto hacía dos años en un accidente absurdo, cuando se derrumbó un ala del edificio Cóndor. Volando hacia el blanco en un A-4B Skyhawk, el hijo venía a cumplir ahora la escena deseada y urdida por el fantasma de su padre.


Era el 12 de mayo de 1982 y una escuadrilla de ocho aviones argentinos avanzaba en silencio de radio hacia dos barcos británicos. Los cuatro primeros iban adelante y dispararían primero. Los cuatro halcones de atrás, a una distancia prudencial, tendrían una segunda oportunidad o entrarían a rematarlos.
Para Piano , era una misión iniciática, la última lección de un profesional de la guerra: la guerra misma. Hasta entonces todo habían sido aprendizajes y pruebas. Alférez es el primer escalafón de los oficiales, y Dellepiane ni siquiera había experimentado el reabastecimiento en vuelo, una compleja operación que en este caso consistía en acercarse volando a un Hércules, encajar la lanza de la trompa del A-4B en la canasta de combustible y cargar tanques para seguir viaje. Muchos fallaban en ese intento: se ponían nerviosos y no podían meter la lanza. "Mirá si yo no puedo, es una vergüenza", se decía. Estaba más preocupado por ese bochorno que por la muerte. Pero cuando tuvo al Hércules frente a frente no falló, y rápidamente se unió a su jefe, un primer teniente, que ordenó bajar a menos de quince metros de las olas y avanzar a toda máquina. Volaban tan bajo que dejaban estelas en el mar.

EVADIENDO MISILES
Con el alma en vilo escucharon que, cinco minutos antes de llegar al blanco, los primeros cuatro aviones atacaban. En el horizonte no se veía nada pero Piano se dio cuenta en seguida de que a sus compañeros no les había ido muy bien. En dos minutos supieron que tres aviones habían sido alcanzados por la artillería antiaérea y que habían sido derribados en medio de hongos de fuego y estampidos de agua. El cuarto avión regresaba por las suyas. El sol volvía espléndido un día negro. Negrísimo. Piano vio de repente los buques enemigos. Eran efectivamente dos y les estaban disparando. En ese momento no pensaba en la patria ni en Dios, sólo veía con una cierta incredulidad esa película fantástica y en technicolor. La veía como si él no fuera parte de ella. Era un espectáculo corto y alucinante pero sin ruidos, porque en la cabina no se oía nada. Fueron fracciones de segundos: Piano contuvo el aliento verificando la velocidad y la altura, y en el momento exacto en el que pasaba por encima de uno de los dos barcos, mientras recibía y eludía disparos de todo tipo, apretó el botón y soltó una bomba de mil libras.

Las bombas impactaron en el destructor y le abrieron agujeros horribles y definitivos. Quedó fuera de servicio, pero eso Piano lo supo mucho después porque en ese instante lo único que pudo hacer fue salir rápido de la ratonera evadiendo misiles y huyendo a toda velocidad. Cuando una escuadrilla dispara, los aviones se dispersan y cada uno regresa como puede. El joven alférez se sintió solo unos minutos pero de pronto divisó la nave de su jefe y la alcanzó. No podían hablarse, porque las navegaciones aéreas eran en silencio, pero volaban juntos, como hermanos, a una distancia de doscientos metros uno del otro, con el infierno atrás y el continente adelante. Habían cumplido y volvían con la gloria; era una extraña y grata sensación.


Hasta que de repente un proyectil rasante surgido de la niebla pegó en un alerón del avión del primer teniente. Fue un golpe mortal a velocidad infinita que le hizo dar una vuelta de campana, pegarse contra la superficie del océano y explotar en mil pedazos. Todo en un pestañeo de ojos.Piano lo vio sin poder creerlo pero sin dejar de apretar el acelerador. Descendió todavía más y prácticamente aró el mar con un gusto metálico en la boca. Dependía emocionalmente de su jefe. Había bajado por un momento la guardia, pensando "me va a llevar a casa", pero ahora estaba solo y desesperado. Ahora dependía únicamente de su propia pericia, o de su suerte.
Voló un rato de esa manera, huyendo del diablo, y luego, cuando estuvo seguro de que no lo seguían, avisó al Hércules C-130, que los cazadores le llaman "La Chancha", e inició el ascenso. "La Chancha" puso la canasta y sin perder el pulso el joven alférez empujó la lanza y recargó combustible. Después voló el último tramo casi a ciegas: el mar había formado una gruesa capa de salitre en el parabrisas del avión.
El salitre de la desolación le nublaba a Piano los ojos. Lo más duro era entrar en la habitación de un compañero muerto, juntar su ropa, hacer su valija y dejarla en el vestíbulo del hotel donde pernoctaba su escuadrón. Ese ritual lo esperaba en Río Gallegos al final de aquel día en el que finalmente había tenido su bautismo de fuego en el Atlántico Sur. Los dioses, como decía la vieja sentencia griega, castigan a los hombres cumpliéndoles los sueños.
En los años sucesivos sólo recordaría esa primera misión. Y la última. En el medio únicamente quedaban vuelos de reconocimiento, incursiones en la zona del Fitz Roy, nervios terribles y más caídos y duelos. También el ánimo de los mecánicos, que siempre despedían a los pilotos de combate con banderas y aclamaciones, y el regreso de la base al hotel que, con éxito o sin éxito, con muertos o sin ellos, hacían en un jeep o en una camioneta Ford F100 cantando canciones contra los ingleses.



No tenían, por supuesto, la menor idea de cómo iba la guerra. Y cuando los trasladaron a San Julián sufrieron cierta tristeza: ocuparon una hostería y anduvieron por esa pequeña ciudad en estado de alerta total.
No eran muy supersticiosos, pero tenían cábalas y de hecho no se sacaban fotos entre ellos porque creían instintivamente que eternizarse en esas imágenes significaba un pasaje directo hacia la desgracia.
Nada pensaron, sin embargo, de aquella misión en día 13: estaba nublado y frío, y a Piano y a sus compañeros les ordenaron partir hacia las islas. Decían que los ingleses habían desembarcado y que se luchaba cuerpo a cuerpo en tierra. Los A-4B llevaban bombas, cohetes y cañones. Pianoestaba, como siempre, ansioso. Aunque esa ansiedad solía terminarse cuando lo ataban en la cabina y había que salir al ruedo. Los nervios entonces desaparecían, como el torero que siente un nudo en el estómago hasta que baja a la arena y enfrenta con su capote al toro.
Pero el despegue no fue tan fácil. Se rompieron unos caños de líquido hidráulico y hubo que buscar a mil quinientos metros un avión gemelo. Al alférez lo desesperaba que su escuadrilla partiera sin él, de manera que se subió al otro A-4B y empezó el rodaje sin cargar el sistema Omega, que permitía coordinar y volar con precisión. Piano no quería quedarse en San Julián, y como los suyos ya se habían marchado llamó al jefe de la segunda escuadrilla y le pidió permiso para plegarse a su grupo. Le dieron el visto bueno y despegó sin tener bien configurado el avión. Ascendió y buscó entre las nubes el rumbo, y encontró en un momento al Hércules, que llevaba doce hombres y tenía la orden de no entrar en la zona de la batalla ni quedar al alcance de los misiles enemigos por ningún motivo.
Cargó combustible y siguió a su guía por el norte de las islas Malvinas, luego tomó dirección Este a vuelo rasante y hacia el Sur bajo chaparrones. Y se sorprendió al escuchar que el operador de radar de las islas preguntó si había aviones en vuelo. El jefe de la formación le respondió con un pedido, que les proporcionaran las posiciones de las patrullas de Sea Harriers.
Cuando llegó el informe verbal los pilotos argentinos sintieron un escalofrío. Había cuatro patrullas en el aire y una quinta al norte del estrecho de San Carlos. El cielo estaba infestado de aviones ingleses. Era una trampa mortal, y la lógica indicaba regresar de inmediato al continente.
Pero ya estaban a cinco minutos del objetivo y el día se había despejado, y entonces el guía tomó la resolución de seguir. Después descubrirían que estaban atacando un enorme vivac armado por los ingleses en Monte Dos Hermanas. Más de dos manzanas con carpas, containers y helicópteros, un campamento desde donde dirigía la guerra el general Jeremy Moore.
Todo ocurría en el término de minutos. Los A-4B iban a ochocientos kilómetros por hora y a veinte metros de distancia entre unos y otros. Los pilotos temían que una fragata misilística les cortara el paso antes de llegar al blanco. No llevaban armamento para atacar un buque; las bombas tenían espoletas para objetivos terrestres. Por la gran movilización de helicópteros de esa zona los generales de Puerto Argentino habían conjeturado que allí podía estar el mismísimo centro de operaciones de los británicos. Y no se equivocaban.


Las cartas de vuelo decían que el ataque debía hacerse a las 12.15. Y faltaban dos minutos. Los cazadores pasaron por encima de la bahía San Luis y el operador del radar de Malvinas les advirtió que los Harriers los habían detectado y que ya convergían sobre ellos. Cuando faltaban un minuto y veinte segundos la escuadrilla casi despeinó a un soldado inglés que subía una loma. Ahora los aviones, en la corrida final, volaban pegados al suelo. Más allá de la elevación apareció el campamento. Y Jeremy Moore evacuó su carpa un minuto antes de que le cayeran los obuses.
Dellepiane lanzó sus tres bombas de 250 kilos, provocó destrozos, y percibió que les tiraban con todo lo que tenían. Desde misiles y artillería antiaérea hasta con armas de mano. Era un festival de fuegos artificiales. Y casi todos los pilotos se desprendieron de los tanques de reserva y de los portamisiles e hicieron una curva para regresar por el Norte, cada uno librado a su inteligencia.
Piano voló haciendo maniobras de elusión y acrobacias, y sintió impactos en el fuselaje. Era otra vez un espectáculo increíble y aterrador. A la altura de Monte Kent se topó con un helicóptero Sea King en pleno vuelo y le disparó. Salieron dos proyectiles y se le trabó el cañón, pero una bala pegó en las palas y obligó al piloto inglés a un aterrizaje de emergencia.
Enseguida, por la izquierda, vio que pasaban dos bolas de fuego que iban directamente hacia el avión de su teniente, así que le gritó por la radio "Cierre por derecha" y siguió virando hasta ver que los misiles pasaban de largo y se perdían. Más adelante se topó con otro Sea King y volvió a intentar dispararle, pero también fue en vano: el cañón no se destrababa. Así que en el último instante levantó el Skyhawk y pasó a centímetros de las aspas del helicóptero para evitar que el piloto de casco verde lo liquidara con su gatillo.

Fue más o menos en ese instante cuando se dio cuenta de que estaba sucediendo algo inesperado: se estaba quedando sin combustible. Un proyectil le había perforado el tanque, y tenía sólo 2000 libras. Precisaba más del doble para alcanzar la posición de "La Chancha". Pero no pensaba en ese momento crucial en llegar a ningún lado sino en escapar del acoso de los Harriers. Se desprendió entonces de los portamisiles y siguió volando un trecho pidiéndole al radar de Malvinas que le dijera, sin tecnicismos y con precisión, dónde estaban sus verdugos. Los Harriers volaban a una distancia considerable, así que ya sobre el norte del estrecho San Carlos dudó sobre si debía eyectarse en la isla o tratar de llegar al Hércules. Sus maestros, en las lecciones teóricas, le habían recomendado siempre que en una situación semejante intentara regresar. Eyectarse significaba perder el avión y caer prisionero. Cruzar significaba enfrentar el riesgo de no lograrlo y terminar en el mar. Si caía no podría sobrevivir más de quince minutos en las aguas heladas, y no había posibilidades operativas de que ninguna nave pudiera rescatarlo a tiempo.
Sus compañeros, por radio, trataban de darle consejos y sacarlo del dilema. Pero su jefe tronó: "Déjenlo a Piano que decida". Y entonces Piano decidió. Salió a alta mar, se puso en la frecuencia del Hércules y comenzó a conversar con el piloto que lo comandaba. Dos hombres hicieron ese día caso omiso a las órdenes de los altos mandos: el piloto de "La Chancha" salió de su posición de protección, entró en la zona de peligro y avanzó a toda máquina al encuentro del A-4B de Piano , y un oficial de San Julián tuvo un arrebato, se subió a un helicóptero y se metió doscientas millas en el mar a buscarlo, un vuelo completamente irregular y arriesgado que no ayudaba pero que mostró el coraje suicida del piloto y la desesperación con que se seguía en tierra la suerte de aquel cazador herido de combustible que intentaba volver a casa.

El alférez escuchó "Vamos a buscarte" y trató de mantener el optimismo, pero el liquidómetro le indicaba a cada rato que no conseguiría salir vivo de aquel último viaje. "¿A qué distancia están?" -preguntaba cada tres minutos-. "¿A qué distancia están?" La radio se llenaba de voces: "Dale, pendejo, con fe, con fe que llegás". El alférez sacaba cuentas sobre la cantidad de combustible, que se extinguía dramáticamente, y pronosticaba que se vendría abajo. Y sus oyentes redoblaban los gritos de aliento: "¡Tranquilo, pibe, con eso te alcanza y sobra!" Sabía que le estaban mintiendo. Cuando llegó a 200 libras se dio por perdido. De un momento a otro el motor se plantaría y se iría directamente al mar. Comida para peces. Cuando llegó a 150 libras recordó que eso equivalía, más o menos, a dos minutos de vuelo. "¡No me abandonen!" -los puteó, porque había silencio en la línea-. De repente el piloto del Hércules C-130 creyó verlo, pero era un compañero. Piano pasó de la euforia a la depresión en quince segundos.



No rezaba en esas instancias, sólo le venían relámpagos del recuerdo de su padre. El fantasma estaba dentro de aquella cabina, metido en sus auriculares. "Dame una mano, viejo", le pedía guturalmente, con las cuerdas vocales y con los ventrículos del corazón.
El liquidómetro marcó entonces cero, y de pronto Piano escuchó que lo habían divisado y vio por fin a "La Chancha". La vio cruzando el cielo, hacia la derecha y bien abajo. Le pidió al piloto que se pusiera en posición y se largó en picada sin forzar los motores, planeando hacia la canasta salvadora. Cuando la tuvo enfrente le dio máxima potencia con una lágrima de combustible en el tanque y al ponerse a tiro pulsó el freno de vuelo y metió la lanza. Todos atronaban de alegría en la radio y se abrazaban en tierra. Piano también gritaba, pero quería abastecerse rápido, retomar el control y regresar a San Julián por su propia cuenta. Pronto descubrieron que eso no era posible. Todo el combustible que entraba, pasaba al tanque y caía por el orificio. "Quedate enganchado", le dijo el piloto del Hércules. No tenían alternativa. Volaron así acoplados el resto del camino, perdiendo combustible y con el riesgo de una explosión o de no llegar a tiempo.
Fue otra carrera dramática hasta que vieron el golfo y luego la base. Entonces el A-4B se desprendió y chorreando líquido letal buscó la pista. Piano intentó bajar el tren de aterrizaje pero la rueda de nariz se resistía. Estaba todo el personal de la base de San Julián esperando, y él dando vueltas, dejando estelas de combustible de avión y tratando de lograr que esa maldita rueda bajara. Finalmente bajó, y el alférez aterrizó, se desató rápido, se quitó el casco, saltó al asfalto y se alejó corriendo del enorme lago de combustible que se formaba a los pies del A-4B.

MEDALLA AL VALOR

Hubo fiesta hasta tarde y felicidad desenfrenada en San Julián. Como Piano se consideraba vivo de milagro se tomó muchas copas y tuvieron que acompañarlo hasta su habitación: se durmió con una sonrisa y se despertó muy tarde. Era el 14 de junio de 1982 y sus compañeros le informaron que la Argentina se había rendido.
Gracias a una licencia providencial, dos días después ya estaba en Buenos Aires. La ciudad permanecía hundida en la ira y en la depresión. Y también en la indiferencia. Cualquiera que se cruzaba con Piano se le acercaba con precaución y al rato le pedía que contara todo lo que había vivido. Pero Piano no tenía ganas de contar nada. Durante años soñó con aquellas piruetas mortales, aquellos vuelos rasantes, aquellas muertes: insomnio pertinaz y espectros atemorizantes que lo perseguían como Sea Harriers impiadosos.
Le dieron la Medalla al Valor en Combate, y se mantuvo dentro de la Fuerza Aérea haciendo una callada carrera con foja intachable y mucha capacitación profesional. Hace dos años fue enviado como agregado aeronáutico a Londres. Los ingleses lo recibieron como un gran guerrero. En la misma tradición de Wellington y de Napoleón, los ejércitos europeos aún practican el honor para sus antiguos y respetables enemigos.
Las aspas atravesadas del Sea King que había derribado Piano en Monte Kent están en el Museo de la Royal Navy, y el helicopterista que conducía aquel día está vivo pero retirado. Piano consiguió su teléfono y conversó afectuosamente con él. "Me alegra no haberlo matado", se dijo.
Los veteranos ingleses que lucharon en el Atlántico Sur tienen un enorme respeto por los aviadores argentinos. Y sienten nostalgias por aquellos tiempos: "Fue la última guerra convencional -dicen-. Unos frente a los otros por un territorio concreto. Hoy todo se hace a distancia, metidos en terrenos sin fronteras definidas y por causas borrosas, con terrorismos atomizados y combatientes religiosos eternos. Con esos enemigos al final no podemos juntarnos a tomar una cerveza".
Aquel alférez, convertido en comodoro, fue invitado una tarde a entregar un premio en la escuela de aviación de la RAF. Por la noche, los pilotos de guerra recién recibidos y sus señores oficiales cenaban en un salón majestuoso de mesas larguísimas. Piano ocupó un lugar privilegiado, y el director de la escuela pidió silencio y habló del piloto argentino. Se sabía su currículum bélico de memoria y en su discurso mostraba el orgullo de tener esa noche a un hombre que había luchado de verdad contra ellos.

El jueves pasado Guillermo Dellepiane asumió como director de la Escuela de Guerra Aérea en Buenos Aires. Ocupa un despacho en el Edificio Cóndor, donde murió su padre. Piano es ahora un cincuentón bajo y gordito. Se le cayó el pelo, es sumamente cordial y tiene un pensamiento moderno, y por supuesto en la calle nadie lo reconoce. Nadie sabe que forma parte de la hermandad del honor, y que es un héroe imborrable de una guerra maldita. 

Fuente: www.lanacion.com.ar



acmecuyo@gmail.com

miércoles, 30 de octubre de 2013

Malvinas, Fuego en el aire - Claudio Meunier / Rodrigo Valdés


Gracias a todos los que se sumaron con su ejemplar para dar difusión una vez más a la acción de nuestros pilotos de la Fuerza Aérea en Malvinas. Estamos cerrando la preventa, quienes quieran sumarse no duden en escribirme. El valor de la obra es de $ 320 y son mas de 500 paginas a todo color con historias desconocidas. Entre el libro anterior y este llevo mas de 1000 paginas escritas sobre Malvinas.
No duden en consultarme y gracias por el apoyo.

Claudio Meunier
Skype: claudio.gustavo.meunier
Cel: + 54 291 154629637

acmecuyo@gmail.com

viernes, 18 de octubre de 2013

El héroe del Monte Dos Hermanas

Título original: El héroe del Monte Dos Hermanas
Año: 2010
Duración: 99 min.



El héroe del Monte Dos Hermanas es el nombre del filme que se estrenó en Argentina en Abril de 2011.

El título refiere obviamente a un cerro de Malvinas, conocido como Two Sisters por los ingleses, donde tuvo lugar una de las batallas de la guerra de 1982.

Poltronieri afirmaba antes del viaje que su sueño era "volver por un ratito" a Malvinas para recuperar su ametralladora (que quedó en el Dos Hermanas) y para visitar las tumbas de sus compañeros. "Tengo que cerrar el círculo".

La página web oficial de El héroe del Monte Dos Hermanas resalta que la película "no es un documental político ni militar", sino que "narra una historia de vida".

Una historia que demuestra la calidad humana del soldado: su amistad con el oficial británico Mark Curtis tras la guerra. Poltronieri tiene en claro que los ingleses ya no son sus enemigos e incluso coincide con Curtis a la hora de afirmar que Malvinas fue la "última guerra romántica", ya que ambos bandos respetaron los códigos de honor.

La herida de la guerra nunca cerrará en Poltronieri ni en sus compañeros. Pero no hay dudas de que la sociedad podría hacer mucho más para que esa carga sea más liviana. Desde el séptimo arte, al menos, se ha dado un paso adelante en este sentido gracias a la iniciativa del Director Rodrigo H. Vila.


acmecuyo@gmail.com


domingo, 5 de mayo de 2013

Malvinas 1982 Escuadrón C-130 Hércules (Documental)

Documental testimonial relacionado con el accionar de la Aviación de Transporte (Escuadrón C-130 Hércules) de la Fuerza Aérea Argentina durante la Guerra de Malvinas.

viernes, 7 de diciembre de 2012

"The Great Falklands Gamble". Documental británico sobre la guerra de Malvinas

Con motivo del 30º aniversario del Conflicto por Malvinas, Channel Five de Londres difundió un documental titulado "The Great Falklands Gamble", que incluye imágenes y testimonios inéditos sobre los acontecimientos bélicos.

"La gran lotería de Malvinas" podría ser una buena traducción del título de este documental que no sólo da cuenta de las dificultades que debió pasar la Task Force para librar una batalla a más de 12.700 km de Londres, sino también de los errores que cometieron los británicos que, de no haber contado con un poco de suerte –de ahí el título del documental–, la balanza se hubiera inclinado definitivamente hacia el lado argentino.

Su tesis central es que Argentina pudo haber entonces ganado la guerra y que si no lo hizo fue por una combinación de mala suerte y una artillería y munición con fallas .

El documental, dirigido por el inglés Mark Fielder, de acuerdo a la crónica del diario Daily Telegraph , argumenta que seis buques británicos fueron blanco de bombas argentinas que no detonaron, las que si hubieran explotado, la campaña británica habría sido derrotada de inmediato.

Con los testimonios de oficiales británicos que actuaron en el conflicto –entre ellos, el General Julian Thompson, jefe principal del componente terrestre–, el documental pondera el accionar de los pilotos de la Fuerza Aérea Argentina. Hacia el final del relato sobrevuela en el espectador la célebre frase de Sun Tzu, el filósofo chino del siglo V AC: "Si quieres saber cómo te fue en la guerra, pregúntale a tu enemigo".

"The Great Falklands Gamble", dirigido por Mark Fielder, producido por Channel Five, (2012), duración 45 minutos:



Descargar video original: Link1 o Link2

Subtitulos en .srt: Descargar Subtitulos

viernes, 30 de marzo de 2012

martes, 20 de marzo de 2012

Malvinas - Operación Aerolíneas, los vuelos secretos

Clarín inició una serie de notas sobre la “Operación Aerolíneas”, que se ejecutó entre el 7 de abril y el 9 de junio de 1982.
La Operación consistió en vuelos irregulares de Aerolíneas Argentinas, al mando de pilotos civiles, hacia Israel y Libia. De regreso, los aviones volaron cargados de armamento para equipar a los tropas argentinas, que ya ocupaban las Islas Malvinas.
Durante 30 años, esos vuelos se mantuvieron en secreto. Pero los siete pilotos que comandaron los aviones decidieron romper el pacto de silencio y contar sus alternativas.



La compra de armas durante la guerra por las Malvinas

La investigación

El reclutamiento y el primer viaje con destino a Tel Aviv

Los motivos ocultos del auxilio de Medio Oriente

Los vuelos secretos para buscar armamento en Israel y Libia

El papel de Aerolíneas en tiempos de guerra

Malvinas: Aterrizajes clandestinos en Israel para traer armas y bombas

Las manzanas y un rebenque de oro de Galtieri para Kadafi

Malvinas: cuatro exóticos viajes a Libia, esquivando radares de la OTAN

martes, 16 de agosto de 2011

Libro "Yo fui piloto aviador naval"

El CN Rodolfo Castro Fox, ha puesto su libro on-line en el siguiente enlace:

http://www.castrofox.blogspot.com/
Aunque personalmente recomiendo su compra, no sé si tal vez se agotó la edición y no piensa volver a salir y por ello se ha puesto al público en INTERNET.
Un muy interesante relato sobre sus experiencias profesionales con un infaltable capítulo sobre Malvinas.

lunes, 24 de enero de 2011

Malvinas. El cielo pertenece a los halcones (repost)

“Malouines. Le ciel appartient aux faucons” (Malvinas. El cielo pertenece a los halcones) es el título de una historia que lanza la editorial especializada en comic, de origen francés, llamada Paquet. El guión es de Néstor Barron y las ilustraciones de Walther Taborda.

Es el relato, dice la editorial europea que en su catálogo cuenta con varios títulos dedicados al enfoque de episodios de la historia de la guerra aérea, “del destino de pilotos argentinos que despegan del continente para ir a bombardear la flota inglesa, sabiendo que sus reservas de combustible no les permitirán volver a aprovisionarse en la base “. Una historia de héroes que emprenden “un camino sin retorno hacia el infierno”, con pocas posibilidades de sobrevivir…


Aca el blog del dibujante: http://walt-taborda-airplanes.blogspot.com/

viernes, 24 de septiembre de 2010

"Dios y los Halcones" en Comic







Un dibujante de San Fernando publicará en Europa un libro sobre los combates aéreos que libró la Fuerza Aérea y la Armada Argentina en la guerra de Malvinas. Mirá el video y las imágenes.


jueves, 3 de junio de 2010

1 de junio de 1982


Hercules C130 matrícula TC 68

Primer Hercules en pisar Malvinas con su tripulacion y "obsequio" 

Para el avion Hercules C 130 H matricula TC 63, con la misión de exploraciòn y reconocimiento llegaba su orden fragmentaria, con indicativo TIZA.
Su tripulacion estaba compuesta por:
El Capitan Ruben Martel
El capitan Carlos Krause
El Vicecomdoro Hugo Meisner
El Cabo Principal Miguel Cardone
El Cabo Principal Carlos Cantezano
El Suboficial Principal Julio Lastra

Tras un despegue y retorno por desperfecto la CHANCHA decolaba por segunda vez en busca de divisar objetivos navales.
Estaban tratando de localizar la flota enemiga para ayudar a los aviones de ataque en una tarea extremadamente peligrosa, tras iniciar su recorrido triangular, el avión es detectado por la fragata inglesa MINERVA, inmediatamente dos Sea Harrier, pilototedos por Nigel Ward y Steve Thomas, que se encontraban patrullando en las islas, son vectoreados hacia el Hércules , uno de ellos desciende y el otro asciende para el caso que el Hércules ascienda, el primero, lanza un misil sidewinder que pierde impulso y cae al mar, hace punteria de nuevo, lanzando otro letal misil, que impacta entre los motores tres y cuatro,totalmente indefensa y sin armas, la maquina declara emergencia y casi abrazando las olas se prepara para amerizar, el piloto del Harrier aun no satisfecho de ver a sus ocupantes ir hacia una muerte segura, los remata (240 proyectiles) y apunta a la cabina del pajaro herido, este descontrolado cae al mar
Atonito queda en el mar, tras aquel acto de cobardia, y para siempre en el , queda toda la tripulación de aquel majestuoso C 130.
Todos sus ocupantes fueron ascendidos al cargo inmediato superior.
LES OTORGARON LA MEDALLA AL VALOR EN COMBATE LA CRUZ DE LA NACION ARGENTINA AL HEROICO VALOR EN COMBATE.
FUERON DECLARADOS HEROES NACIONALEs.

Aporte de Sergio Daroni.

domingo, 30 de mayo de 2010

Ataque al HMS Invincible

Este video muestra el ataque conjunto de la ARA y la FAA en la guerra de las Malvinas contra el portaaviones HMS Invincible, el 30 de Mayo de 1982,contado por uno de los pilotos que participó.


 

martes, 25 de mayo de 2010

El otro 25 de Mayo

Fragmento de la charla dada por el Comodoro Pablo Carballo en la Biblioteca Nacional de Aeronáutica,
 Buenos Aires, Argentina.

domingo, 2 de mayo de 2010

La odisea del náufrago 771

A 28 años del hundimiento del crucero General Belgrano y del rescate de sus víctimas.


El nadador incansable dormía una corta siesta en el sollado de popa cuando lo despertó el tremendo golpe de un torpedo. Era la tarde del domingo 2 de mayo de 1982, y el cabo Néstor Dezi tenía 19 años. (Leer nota completa)

sábado, 1 de mayo de 2010

1º de Mayo, Bautismo de fuego de la FAA.


"A vosotros, jóvenes argentinos compañeros pilotos de combate quisiera expresaros toda mi admiración. A la electrónica más perfeccionada, a los misiles antiaéreos, a los objetivos más peligrosos que existen, es decir los buques, hicistes frente con éxito. A pesar de las condiciones atmosféricas más terribles que puedan encontrarse en el planeta, con una reserva de apenas pocos minutos de combustible en los tanques de nafta, al límite extremo de vuestros aparatos, habéis partido en medio de la tempestad en vuestros "Mirage", vuestros "Etendard", vuestros "A-4", vuestros "Pucará" con escarapelas azules y blancas. A pesar de los dispositivos de defensa antiaérea y del los SAM de buques de guerra poderosos, alertados con mucha anticipación por los "AWACS" y los satélites norteamericanos, habéis arremetido sin vacilar.

Nunca en la historia de las guerras desde 1914, tuvieron aviadores que afrontar una conjunción tan terrorífica de obstáculos mortales, ni aun los de la RAF sobre Londres en 1940 o los de la Luftwaffe en 1945.

Vuestro valor ha deslumbrado no sólo al pueblo argentino sino que somos muchos los que en el mundo estamos orgullosos que seáis nuestros hermanos pilotos.

A los padres y a las madres, a los hermanos y a las hermanas, a las esposas y a los hijos de los pilotos argentinos que fueron a la muerte con el coraje más fantástico y más asombroso, les digo que ellos honran a la Argentina y al mundo latino.

Ay!: la verdad vale únicamente por la sangre derramada y el mundo cree solamente en las causas cuyos testigos se hacen matar por ella."

Del Coronel (FAF) Pierre Clostermann, héroe francés de la Segunda Guerra Mundial, a los pilotos argentinos.

viernes, 9 de abril de 2010

Héroes de Malvinas

Comodoros Luis Puga, Pablo Carballo y Antonio Zelaya, tres pilotos que combatieron en Malvinas y que cada uno de ellos tuvo distintas peripecias muy interesantes.
Los tres contaron jugosas historias y muy emotivas reflexiones.
Se sumó Miguel Claría que estaba escuchando el programa y tenía anécdotas de la opinión que tenían de los argentinos pilotos veteranos de la Segunda Guerra Mundial.
Escuchar entrevista aca:







viernes, 2 de abril de 2010

2 de Abril, Malvinas 28 años

Carta para su padre que el Tte. Estévez dejara en Sarmiento, Chubut, antes de partir a Malvinas

Querido Papá
Cuando recibas esta carta yo ya estaré rindiendo cuentas de mis acciones a Dios, Nuestro Señor. Él, que sabe lo que hace, así lo ha dispuesto; que muera en el cumplimiento de la misión. Pero, fijate vos, Qué misión! ¿No es cierto
¿Té acordás cuando era chico y hacía planes, diseñaba vehículos y armas, todos destinados a recuperar las Islas Malvinas y restaurar en ellas nuestra soberanía
Dios, un padre generoso, ha querido que este hijo totalmente carente de méritos, viva esta experiencia única y deje su vida en ofrenda a nuestra patria
Lo único que a todos quiero pedirles es:
- Que restauren una sincera unidad en la familia bajo la cruz de Jesucristo.
- Que me recuerden con alegría y que mi vocación no sea la apertura de la tristeza y muy importante: que recen por mí.
Papá:
Hay cosas en la vida que un día cualquiera no se dicen entre hombres, pero hoy debo decírtelas: Gracias por tenerte por modelo de bien nacido.
Gracias por tener tu apellido. Gracias por ser católico, argentino y de sangre española. Gracias por ser como soy, que es el fruto de ese hogar donde vos sos el pilar
Hasta el reencuentro, si Dios lo permite. Un fuerte abrazo.
Dios y Patria o muerte!.
Roberto.

Roberto Néstor Estévez, Teniente de Infantería del Ejército Argentino y Comando. Cayó conduciendo una fracción de su regimiento (el 25 de Infantería) en medio de un duro combate en el cerro Darwin, Isla Soledad, Archipiélago de Las Malvinas, el 28 de mayo de 1982.

El Teniente Estévez escribió esta carta en Sarmiento, Provincia de Chubut (sur de Argentina), el día de la partida de su unidad a las Malvinas, el 27 de marzo de 1982. Debía ser entregada a su padre por un camarada, en caso de que él muriera en combate, lo que ocurrió dos meses después, en la batalla de Darwin-Pradera del Ganso.

 Roberto Néstor Estévez, Teniente de Infantería del Ejército Argentino y Comando

¡VIVA LA PATRIA!
¡ LAS MALVINAS SON ARGENTINAS!