martes, 14 de enero de 2014

El Barón Rojo - Manfred Von Richthofen


El Albatros biplano II, con el que el Barón Rojo consiguió la mayor parte de sus victorias.

Nace el 2 de Mayo de 1892, en la región de Silesia, en Breslau (Hoy en dia Polonia), siendo el mayor de tres hermanos. Su padre, un noble, cuyo título le venía desde los tiempos de Federico el Grande de Prusia, alto cargo del 12º regimiento de Ulanos, les alentó para que siguieran sus pasos en la carrera militar. De este modo, von Richthofen y uno de sus hermanos se adiestran en el ejército imperial. Poco tiempo después, se convierte, tras tres años de adiestramiento como cadete, en teniente de Ulanos.
En 1912, fue nombrado capitán de caballería. Con el estallido de la guerra, combatió en el frente oriental contra los rusos, quienes le tomaron prisionero. Fue trasladado al frente occidental, donde también fue tomado cautivo por el ejército francés. Todas estas y otras acciones le valieron la Cruz de Hierro. Sin embargo, con la desintegración de su grupo, fue destinado a tareas de intendencia, un lugar en el cual Manfred no se sentía a gusto.


Por ello decidió pedir el traslado a la Luftstreitkrafte, la fuerza aérea imperial, por el momento un arma experimental que estaba cambiando lo que hasta ese momento había sido la guerra. Se fabricaron miles de aviones en estos tiempos, y las potencias necesitaban pilotos. En la escuela de aviadores von Richthofen no se destacó especialmente, y se le destinó al frente oriental como avistador, tras aprobar el examen de piloto a la tercera intentona. En este puesto Manfred si destaco, pues poseía una vista extraordinariamente aguda.
Mas aun no tenía suficiente el barón rojo, quería entrar en combate. Durante estos días se encontró von Richthofen con quien sería determinante en su vida: el capitán de escuadrón Oswald Boelcke. Boelcke fue el encargado de reorganizar la aviación, en un momento en que los alemanes habían perdido su iniciativa en los cielos. Hasta entonces los aviones volaban solos y no había un mando único. Desde entonces, Ernst von Hoeppner fue nombrado jefe de la aviación germana. Los aviadores fueron agrupados en escuadrones o Jagdstaffeln de catorce aviones cada uno.


Boelcke fue el jefe del nº 2, y escogió para su equipo a Richthofen. Siempre mostró una especial predilección por el, pese a que los resultados de sus exámenes dejaban mucho que desear. Su primer combate fue en los cielos del norte de Francia, en Cambray en 1916, que terminó en victoria Alemana. Durante este tiempo, Boelcke había estado perfeccionando y puliendo la táctica de Richthofen a los mandos, lo que había mejorado considerablemente su capacidad de pilotaje.
Sin embargo, en Octubre de 1916, el capitán Oswald Boelcke muere en una colisión con otro avión. Por ello, Manfred es nombrado capitán del Jagdegeschwader 1, donde adquirió su apodo de Barón Rojo por haber pintado todos los aviones del escuadrón en rojo, cuando contaba con 8 derribos. También es conocido su escuadrón como el “circo volante”, por los vivos colores que tenían los aviones. Aquí es donde comienza su espectacular palmarés.
Poco después de convertirse en capitán, derriba en un espectacular combate al británico Lanoe Hawker, uno de los pilotos más prestigiosos.
Richthofen les inculcó a los miembros de su escuadrón las enseñanzas de su mentor, Boelcke, lo que les ayudó en gran medida. En unos meses, había dirigido más de 58 misiones, que habían terminado con la más aplastante victoria alemana. En Abril de 1937 llegó a derribar unos 20 aviones en solitario. Entre sus alumnos más aventajados estaban Kurt Wolff y Karl Allmenröder, quienes consiguieron 33 y 30 victorias, respectivamente.
Todos ellos fueron condecorados con la orden pour le mèrite. En ese mismo año, se integró en el escuadrón el hermano de Manfred, Lothan, quien poseía unas cualidades similares a las de su hermano, ya que al final de la guerra había logrado derribar hasta 40 aparatos enemigos. Los británicos llegaron a recompensar su derribo con hasta 5.000 libras esterlinas. Sin embargo, en julio de 1937, recibe una herida de bala en el cráneo de la que nuca se recuperaría, pese a que siguió causando derribos.
Ese mismo año fue recompensado con un flamante avión nuevo, un triplano Fokker Dr I, que también pintó de rojo y poseía gran agilidad.





Para protegerle de las balas enemigas, el resto de pilotos de su escuadrilla también pintaron sus aviones de rojo. Por esa época comenzaron a caer los grandes pilotos. Georges Guynemeyer, héroe francés, caía con 54 derribos, al igual que Werner Voss, que lo hacía con 48.
En la última ofensiva alemana, Manfred lograba derribar su 80 y último avión. En julio de 1918, finalmente, sería abatido en su monoplaza, con las botas puestas, abatido, según fuentes oficiales, por el piloto canadiense Roy Brown. Sin embargo, también se dice que pudo haberle matado un soldado de infantería australiano llamado Cedric Popkin desde tierra disparando con su cañón antiaéreo.
Fue enterrado con todos los honores militares por los británicos, quien depositó flores en su ataúd, y a su paso, soldados australianos presentaron armas y dispararon tres salvas de fusilería. En el lugar donde cayó se encuentra una lápida con la siguiente inscripción:”Aquí yace un valiente, un noble adversario y un verdadero hombre de honor. Que descanse en paz”.
Tras su muerte, el mando del escuadrón que mandaba le fue transferido a Herrman Goering, que llevaba 21 derribos. El barón rojo escribió un libro titulado “El piloto Rojo” durante su convalecencia en 1917 por la herida en la cabeza.


Fuente: Grupo Portal Historia

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